HISTORIA

COMUNIDAD SORDA EN MÉXICO

La historia de la comunidad sorda de la Ciudad de México durante el último tercio del siglo XIX estuvo marcada por el control que ejercieron las autoridades médicas y pedagógicas sobre ella. Desde el punto de vista médico, al sordo se lo estigmatizó como un enfermo y retraído social por la imposibilidad de escuchar y, por tanto, de comunicarse. Desde la pedagogía se sentaron las bases del modelo oralista que excluye y niega la posibilidad a las lenguas de señas de adquirir la categoría de lenguas propiamente dichas.

La conjunción de estas dos esferas será fundamental para entender el devenir de los sordos en el periodo comprendido entre 1867 y 1900, pero, además, será fundamental para entender la postura de las autoridades de educación especial con respecto a la educación del sordo a lo largo del siglo XX. 

En los 80 se adoptó, en las escuelas de educación especial, la filosofía de la comunicación total, en las que además de seguir con el método oralista, se podía utilizar la escritura, los gestos, la mímica y las señas con el fin de que el sordo pudiera comunicarse y empleara cualquier medio. Esto gracias a que los profesores se dieron cuenta de que los alumnos presentaban problemas para comunicarse oralmente.

En 2005 se reconoce la Lengua de Señas Mexicana (LSM) como lengua nacional, y en la actualidad se han creado algunos Centros Educativos para la atención de las personas sordas.

Existe en nuestro país una grave falta de información sobre la Cultura Sorda y la Lengua de Señas Mexicana, al punto que seguimos atestiguando numerosos actos de discriminación social. En Estados Unidos, como menciona Padden (2006), la lucha por la educación de los sordos en su propia lengua ha rendido frutos. La revolución cultural que inició con la fundación de las escuelas para sordos desde finales del siglo XIX, permitió que oficialmente distinguieran entre 'sordo' y 'Sordo' (con mayúscula). El último un señante de lengua de señas americana (ASL, sus siglas en inglés) que está integrado en la cultura sorda.

Aunque no puedo informar aquí sobre todo lo que se ignora, entorno a la existencia de una Cultura Sorda. Dejo la referencia a trabajos como:

Lane et al (2011), De la Paz y Salamanca Salucci (2009) y Padden y Humphfries (2006).

Los autores ahondan con suficiente detalle en la argumentación sobre su reconocimiento y estudio. Presentan un panorama amplísimo de trabajo sociológico, antropológico y lingüístico que queda por hacer. 

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